Radiación de Hawking y evaporación de agujeros negros.
Hawking, después de aseverar que era algo imposible, dio una prueba de que los agujeros negros emiten radiación y encima “se evaporan”. ¿Cómo?
Supongamos que estás en una nave orbitando a un agujero negro (AN). Estás disfrutando de una de las vistas más privilegiadas del universo y decides hacerte un café. Pero en lugar de azúcar le echas sal, así que lo tiras al agujero negro ¿Qué otra cosa podrías hacer?
Mientras observas como el agujero negro hace desaparecer tu error, te paras a pensar. Si, por el teorema de unicidad o de no pelo, un AN solo se caracteriza por su masa, momento angular y carga, ¿habría alguna diferencia si le hubieses puesto azúcar antes de arrojarlo?
¿Habría alguna diferencia si se hubiera quedado frío? En un principio serían sistemas con diferente entropía, pero una vez dentro del agujero negro todo sería lo mismo. ¿Es eso posible? ¿Desaparece la entropía? Este supuesto sería una violación de la 2ª ley de la termodinámica.
Una pregunta similar le planteó John Wheeler en 1971 a su doctorando, Jacob Bekenstein, según explica Bekenstein en su artículo "The Limits of Information" (https://arxiv.org/abs/gr-qc/0009019).
Bekenstein se fundamentó en que la solución tenía que estar en las propiedades del propio agujero negro y no en las de lo que arrojas. Los agujeros negros deben tener entropía y tiene que poder determinarse a partir de lo que se observa de él.
El punto de partida es que la entropía tiende a aumentar. Una posibilidad era que tuviera relación directa con la masa del AN. Aunque esto presentaba un problema y es que sabían que en una colisión de ANs se pierde masa en forma de radiación gravitatoria, y con ella entropía.
La masa no parecía ser la respuesta, pero ese mismo año Hawking demostró que el área del horizonte de sucesos de un agujero negro siempre aumenta. Bekenstein concluyó que ahí tenía que estar la respuesta. La entropía de un agujero negro debe ser proporcional a su área.
Bekenstein pudo deducir la expresión que debía de describir esta entropía exceptuando el factor ¼ que fue calculado por Hawking años después. Dando así la entropía de Bekenstein-Hawking para los agujeros negros.
Había resuelto el problema propuesto por Wheeler. La suma de la entropía del agujero negro y la del exterior siempre aumenta. A esto se le conoce como segunda ley de la termodinámica generalizada (SGL).
De hecho, la entropía en un agujero negro es enorme. Para hacernos una idea, la entropía de un AN de la masa del Sol es más de 20 órdenes de magnitud superior que la de una estrella con la misma masa. Lo cual tiene bastante sentido.
Como hemos dicho, un agujero negro se caracteriza por su masa, momento angular y carga. Por tanto, la cantidad de microestados compatibles con el estado final en el que se encuentra es enorme.
Resolvió el problema, pero surgió otro. Su conclusión sugiere una relación entre la física de los agujeros negros y la termodinámica, como explicó en su artículo "Black holes and entropy" en el año 1973 (https://journals.aps.org/prd/abstract/10.1103/PhysRevD.7.2333).
Una de las cosas que le hizo ver esta relación fue la similitud entre la ecuación para expresar la variación de masa de un agujero negro en función de su área, momento angular y carga (ecuación de Smarr) con la energía de un sistema cargado en rotación.
Si asemejamos el agujero negro a un sistema termodinámico en rotación y cargado, comparando la expresión de su energía con la ecuación de Smarr y teniendo en cuenta la relación entre la masa y la energía, podemos apreciar esta relación.
Puede verse que acompañada de la entropía (o el área) tenemos una temperatura. La temperatura de un agujero negro. Significase eso lo que sea que quisiera significar. Esta es la expresión a la que se pudo llegar para la temperatura de un AN. Que, por cierto, es muy pequeña.
Por lo que hemos podido ver, la temperatura de los agujeros negros y su termodinámica ya aparece desarrollada en la tesis de Bekenstein en el año 1972 (Baryon number, entropy, and black hole physics). Aunque por desgracia no hemos podido encontrar la tesis completa.
Sin embargo, esta idea de la termodinámica de los agujeros negros no fue ampliamente aceptada, por decirlo de forma amable. El pensamiento de que un agujero negro pudiera tener temperatura chocaba demasiado con lo establecido hasta el momento.
En el mejor de los casos podían aceptar la relación matemática entre el área con la entropía y la gravedad superficial con la temperatura.
No es de extrañar. Asumir que un agujero negro tiene temperatura implicaría que está emitiendo algo, y sabían (o creían saber) que nada escapa de un agujero negro. Curiosamente, una de las voces más críticas con las ideas de Bekenstein fue Stephen Hawking.
Una muestra de esto se vio cuando Hawking, Bardeen y Carter publicaron en 1973 su artículo "The four laws of black holes mechanics" para tratar de dar una explicación mecánica en lugar de una termodinámica. (https://link.springer.com/article/10.1007/BF01645742)
En este artículo (firmado por Hawking) se deja claro que la temperatura de un agujero negro debe ser cero, puesto que no puede emitir nada. Otro punto divertido de esto es que, según el propio Bekenstein, este artículo se referencia mucho al tratar la termodinámica de los ANs.
Este artículo aparece como recibido el 24 de enero de 1973. Pero en septiembre de ese mismo año Hawking viajó a Moscú donde Yakov B. Zel´dovich y su doctorando Starobinsky le mostraron que, teniendo en cuenta los efectos cuánticos, un agujero negro en rotación emite partículas.
Su argumento se basaba en el hecho de que una esfera metálica en rotación emite radiación electromagnética. Por tanto, por analogía, un agujero negro en rotación también lo haría. A esto se le conoce como superradiancia. Una idea que le dio mucho en que pensar a Hawking.
La forma que tenemos de describir los agujeros negros es la relatividad general, según la cual nada escapa de un AN. Aquí no hay sorpresas. Pero también sabemos que carecemos de una teoría cuántica de la gravedad, con lo cual los efectos cuánticos no están tenidos en cuenta.
A Hawking le interesó la hipótesis de Zel´dovich, aunque no sus métodos. Así que los replanteó. Para ello, y a falta de una teoría cuántica de la gravedad, utilizó la teoría cuántica de campos en espacio-tiempo curvo.
Una unión forzosa de la relatividad general con la teoría cuántica de campos en la que la primera se encarga del espacio-tiempo y la segunda de los efectos cuánticos. Esta aproximación a una teoría cuántica de la gravedad funciona porque se trabaja lejos de la singularidad.
Con esta herramienta llegó a una conclusión que sorprendió al mundo entero. Sí, los agujeros negros en rotación emiten partículas... Y los que no rotan también. Este resultado fue publicado en su artículo "Black hole explosions?" (https://www.nature.com/articles/248030a0).
Esa primera publicación fue de 1974, pero una explicación mucho más detallada la dio en su artículo "Particle Creation by Black Holes" en 1975. Expliquemos como llegó hasta este resultado. (https://www.worldscientific.com/doi/abs/10.1142/9789814539395_0011)
En este punto es común ver una explicación tal que: un par de partículas se generan por un instante, pero antes de poder aniquilarse una cae al agujero negro y la otra escapa. Generando así la radiación de Hawking.
El propio Hawking da esta idea en su artículo de 1975... Para después añadir que es una imagen demasiado heurística y que no debe ser tomada en serio.
La explicación anterior, aunque problemática, es útil para hacerse una idea del concepto. Aun así, tenemos la ilusión de tratar de explicar la lógica que siguió Hawking para llegar a este resultado. Eso requiere un poco de teoría cuántica de campos.
Estudiando el tema, creemos que podemos explicar esta lógica si introducimos dos conceptos previos: el oscilador armónico y el campo de Klein-Gordon. Vamos a ello.
El oscilador armónico cuántico es el análogo al oscilador clásico. Es decir, un sistema que cuando se deja en libertad lejos de su punto de equilibrio describe oscilaciones alrededor de este. El péndulo sería un ejemplo de esto.
Una de las diferencias entre el oscilador cuántico y el clásico es que en mecánica cuántica los niveles energéticos a los que puede acceder están cuantizados, o lo que es lo mismo, son discretos en lugar de continuos. Aquí aparece el hamiltoniano.
En mecánica cuántica el hamiltoniano será el operador que represente la energía total del oscilador y nos permitirá calcular cuales son los niveles de energía posibles. Para este caso del oscilador armónico cuántico, el hamiltoniano vendrá dado por la siguiente expresión.
Necesitamos obtener los niveles de energía posibles para este sistema. La forma más simple de hacerlo es utilizar el método de los operadores escalera, desarrollado por Dirac.
Para ello aplicamos el siguiente cambio de variables en función de estos operadores, a y a daga. Estos serán, respectivamente, los operadores escalera de bajada y de subida.
Este resultado nos permite reescribir el hamiltoniano en función de estos operadores. Además de ver de forma inmediata los valores propios del hamiltoniano o, lo que es lo mismo, los posibles niveles energéticos.
El resultado será que el operador a hará que el sistema disminuya a un nivel inferior de energía. Mientras, el operador a daga tendrá el efecto contrario produciendo que el sistema suba en un nivel de energía.
Esta explicación no nos valdría para aprobar un examen de mecánica cuántica, pero esperamos que nos sirva para introducir los dos conceptos que necesitamos: la forma del hamiltoniano de un oscilador armónico cuántico y los operadores escalera.
Pasemos al campo de Klein-Gordon y a la teoría cuántica de campos. Este tema surgió cuando se intentó entender procesos que suceden a escalas muy pequeñas, donde la mecánica cuántica es relevante, a velocidades muy altas, donde los efectos relativistas también son importantes.
Se encontraron con toda serie de problemas: que las ecuaciones para describir funciones de onda de partículas a velocidades relativistas den pie a soluciones de energía negativa, problemas de causalidad al poder moverse incluso más rápido que la luz…
Uno de los intentos de lograr una ecuación para la función de onda de una partícula relativista fue la de Klein-Gordon. Aunque no era compatible con la mecánica cuántica, a pesar de serlo con la relatividad especial.
Como hemos dicho antes, las ecuaciones no funcionaban como se esperaba al trabajar con funciones de onda, aun así esta nos viene genial para describir un campo escalar libre. Pues es lo que necesitamos para poder abordar el trabajo de Hawking.
El hamiltoniano de este campo es este y muy pronto vamos a ver que, aunque no lo parezca a simple vista, es muy parecido al del oscilador armónico.
Haciendo el siguiente cambio en el hamiltoniano podemos volver a expresarlo en función de los operadores escalera. Así se evidencia su similitud con el caso del oscilador y nos permite interpretar este campo como una colección de infinitos osciladores armónicos no acoplados.
Eso sí, ahora los operadores escalera tienen otra interpretación, en esta solución representan los operadores de creación y destrucción. Estas excitaciones del campo son las que generan y destruyen partículas.
Hemos tenido que dar un rodeo, pero necesitábamos esto para poder definir el estado cuántico de vacío. El vacío será el estado sobre el cual la aplicación del operador destrucción para cualquier momento siempre da cero. Un estado en el que no hay ninguna partícula.
Ahora sí, después de abusar de vuestra paciencia, volvamos al trabajo de Hawking.
Su punto de partida fue una estrella colapsando en un agujero negro. Este escenario da un espacio dividido en tres partes: la zona del agujero negro formándose con su espacio-tiempo curvado y las zonas antes y después de él con un espacio-tiempo plano.
En esta situación estudió el comportamiento de un campo escalar sin masa, descrito por la ecuación de Klein-Gordon, porque era un caso sencillo. Asumió que en la primera zona estamos en el vacío. Es decir, el operador destrucción sobre él siempre es nulo.
Resulta que cuando analizamos este mismo campo en la zona cercana al agujero negro esta situación se vuelve un poco más interesante. A partir de las soluciones de la ecuación de Klein-Gordon en ambos sistemas se llega a que los operadores de creación y destrucción van a cambiar.
En presencia de un espacio-tiempo curvado, estos operadores deben volver a definirse dando como resultado de una combinación lineal de los operadores de creación y destrucción originales. Si el operador destrucción ha cambiado, nuestra definición del vacío también.
La relación entre los operadores iniciales y los finales se calculó a partir de las llamadas transformaciones de Bogoliubov y nos dará un método para describir la creación de las partículas.
La idea que podemos sacar de aquí es que un espacio-tiempo curvado genera partículas. Y un agujero negro es curvatura. Hawking utilizó este método para calcular la cantidad de partículas generadas por un agujero negro. Resultado que se da tanto si rota como si no.
Calculó qué cantidad de partículas llegarían a emitir, dando una emisión que se dará mientras este exista. Además, este resultado es independiente de los detalles del colapso, solo importa el AN resultante.
La emisión no se dará necesariamente en el horizonte de sucesos, tal y como nos podríamos imaginar, si no que se emite desde una región llamada “atmósfera cuántica” que tendrá un radio de varias veces el radio del horizonte de sucesos del agujero negro.
Lo divertido de este resultado es que la temperatura resultante de esta emisión coincide con la estimada por la termodinámica de los agujeros negros. Hawking dio una prueba de que aquello a lo que tanto se oponía anteriormente era correcto.
Como dato curioso, podemos obtener este mismo resultado si lo que tenemos es un observador acelerado. Este observador verá una generación de partículas idéntica al caso de la radiación de Hawking si su aceleración es igual a la gravedad superficial del agujero negro.
A esto se le conoce como efecto Unruh y es otro ejemplo de cómo un cambio de métrica da lugar a la generación de partículas.
Aún nos queda un último punto. Si estamos viendo que los agujeros negros emiten partículas, eso implica que pierden masa ¿Pueden entonces llegar a desaparecer por este motivo?
La respuesta es afirmativa, estas partículas se generan a costa del agujero negro (de la curvatura del espacio-tiempo) lo que lleva a su evaporación. ¿Pero cuánto tiempo llevará este proceso y cómo sucederá?
Como ya hemos mencionado, la temperatura de un agujero negro es directamente proporcional a su gravedad superficial. Una cosa interesante de esto es que en cuanto más pequeño es un agujero negro mayor será su gravedad superficial.
Según cálculos del propio Hawking, cualquier agujero negro primordial con una masa menor de diez mil millones de toneladas ya se habrá evaporado. Como su gravedad superficial es mayor a la de un agujero negro mucho más masivo, su temperatura también es mayor.
La cantidad de partículas que emitirá crecerá en proporción a esto, lo que le llevará a ser cada vez más pequeño, lo que a su vez sigue aumentado la cantidad de partículas emitidas...Un círculo vicioso de manual. Y así hasta que se evapore completamente.
En el último instante de un agujero negro su emisión es tan intensa que es prácticamente una explosión. No demasiado intensa en términos astrofísicos, pero una explosión, al fin y al cabo.
No obstante, para un agujero negro de una masa estelar o incluso uno supermasivo el tiempo que tardará en evaporarse es mucho mayor que la edad actual del universo, muchos ordenes de magnitud por encima.
Volviendo a esa nave tuya desde la cual puedes divisar el agujero negro, y después de todo lo aprendido te preguntas si podrías medir esta radiación. La respuesta es que más bien no, y es la longitud de onda de estas partículas es tan grande como el propio agujero negro.
La consecuencia de esto es que te haría falta algo capaz de medir una longitud de onda así de grande. No obstante, aún podrías ver uno de los resultados más espectaculares y (casi) eternos de la naturaleza.